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Mindfulness para combatir la ‘cronopatía’

La obsesión por ser más productivos no es nueva, pero la era digital ha acelerado esta tendencia hasta convertirla en una obsesión. Influencers y emprendedores fomentan la productividad extrema, un fenómeno conocido como cronopatía. Quienes la padecen no pueden descansar, planifican cada minuto y buscan optimizar el tiempo constantemente. Los expertos advierten sobre sus consecuencias para la salud mental y física y recomiendan prácticas como el Mindfulness para combatirla.

El día de una persona con cronopatía suele comenzar antes de lo necesario para ir al gimnasio. Luego, tras una jornada laboral intensa, aprovecha cada momento libre con actividades que considera productivas. Los fines de semana y vacaciones también están planificados al detalle, sin espacio para la desconexión. Esta incapacidad para disfrutar del presente sin pensar en la siguiente tarea genera altos niveles de estrés y agotamiento, según explica el Norte de Castilla en un artículo.

Aunque no es una enfermedad, la cronopatía puede derivar en trastornos mentales y físicos. Muchas personas experimentan ansiedad, fatiga crónica y otras afecciones relacionadas con la sobrecarga mental. Un estudio de Strategy Company indica que uno de cada tres españoles siente que no logra cumplir con todos sus compromisos al menos cinco veces por semana. «Es como tener un director de orquesta en la cabeza que no deja de marcar el ritmo», explica Fernando Miralles, doctor en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid.

La obsesión por la productividad tiene raíces profundas en la educación y la cultura del esfuerzo. Desde la infancia, se inculca la idea de que el éxito depende del trabajo constante, lo que en la adultez se traduce en la percepción de que estar ocupado es un signo de logro. La psiquiatra Marian Rojas Estapé señala que la hiperproductividad es un rasgo característico de nuestra sociedad.

El auge de la cronopatía está vinculado a la inmediatez que impone la digitalización. La necesidad de obtener resultados rápidos dificulta la reflexión y la conexión con las propias necesidades. La impaciencia se ha generalizado: esperar unos minutos parece inaceptable y la planificación extrema se ha vuelto la norma. «Es como si nos hubieran programado para ser productivos a cualquier costo», indica Miralles.

La hiperconectividad también contribuye al problema. La división entre el tiempo personal y digital se ha difuminado, y las redes sociales refuerzan el discurso de la hiperproductividad. Figuras influyentes promueven la idea de que cada segundo debe aprovecharse para alcanzar la mejor versión de uno mismo. En el ámbito laboral, el teletrabajo y la flexibilidad han generado una disponibilidad constante, con reuniones y correos fuera del horario laboral. La competitividad y las altas expectativas fomentan la necesidad de destacar y cumplir plazos cada vez más exigentes.

Cuando finalmente llega el descanso, el cuerpo reacciona. Muchas personas enferman al inicio de sus vacaciones debido a la brusca reducción de los niveles de cortisol y adrenalina, lo que afecta el sistema inmunológico. La doctora Suhail Hussain denomina este fenómeno «efecto de bajada de tensión», que se traduce en fatiga extrema y propensión a infecciones menores.

Además del impacto físico, la cronopatía afecta las relaciones personales. La imposibilidad de desconectar y disfrutar del presente puede deteriorar los vínculos sociales. «Si estás más pendiente del reloj que de la conversación, las relaciones se resienten», señala Miralles.Para combatir este problema, los especialistas recomiendan la terapia cognitivo-conductual y el mindfulness, que ayudan a equilibrar la productividad con el descanso. También es clave aprender a decir «no» y establecer límites. Cuando la cronopatía deriva en problemas graves como ansiedad o afecciones cardiovasculares, la recomendación médica es clara: es necesario frenar. El descanso no es un lujo, sino una necesidad para mantener el bienestar físico y mental.

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